viajar...

“Pero viajar no es un empeño en busca de lo imaginado, no es la persecución de algo que uno quiere ver, cerrando los ojos a todo lo demás. No es un deporte hecho para los que están seguros de lo que son, qué quieren y adónde van. Una sola pregunta puede justificar un gran viaje y el viaje está hecho para aquellos que no saben muy bien hacia dónde se dirigen ni conocen con exactitud lo que buscan. Está hecho para los que intuyen que encontrar no es lo importante y que cumplir un sueño puede ser, sobretodo, darse de bruces con la aventura. Es cierto que regresamos siempre, pero no debe viajarse con la intención de hacerlo. Viajar tiene algo de nacimiento"

Javier Reverte.
El Sueño de África.

25 fevereiro 2008

ES BONITA Y PODEROSA, ES NUESTRA FURGO!

Amanecía un tormentoso día en San Francisco. Debíamos dejar el acogedor Hostal Internacional donde nos hospedamos durante cinco días y dirigirnos hacia casa de Carrie. Salimos cargadas como mulas. A penas habíamos avanzado 20 metros y ya estábamos caladas hasta los huesos. De repente una terrible ráfaga de viento le arrancó de las manos el mapa de San Francisco a Marti. Seguía jarreando y nuestro mapa volaba hacia el mar pero nuestro destino era claro: en Santa Rosa nos esperaba una prometedora furgoneta. ¿Sería esta la definitiva? Anduvimos como caracoles contra viento y lluvia enlazando un autobús con otro. Conseguimos cruzar la ciudad y dejar todas nuestras pertenencias en casa de la familia Spring. Camino del Golden Gate atravesamos el gran parque Presidio por el "paseo de los enamorados". A los pies del gran puente rojo estuvimos esperando 2 horas al autobús 72 que nos llevaría a Santa Rosa. Con un té entre las manos terminamos de rizar el rizo a nuestro deliverado plan para convencer al propietario de la furgo que debía bajarnos por lo menos 1000$ el precio establecido. Utilizando todos nuestros saberes adquiridos tras años de estudio, en Sociología y Pedagogía respectivamente, desarrollaríamos un plan basado en la psicología más retorcida y subjetiva. El propietario debía sentirse involucrado y sentimentalmente participe de nuestro viaje. Así, ablandándole el corazón estaría dispuesto a negociar. Por otro lado, nosotras debíamos aparentar que, entre las miles de horas de biblioteca universitaria, nos habíamos convertido en expertas mecánicas conocedoras del intrincado cableado de motores alemanes. Desde el Golden Gate, en mitad de la baía, la prisión de Alcatraz tenía un aspecto temible. ¿Terminaría nuestro día igual de horrible que el temporal que nos azotaba? A las 16:15 del 22 de febrero (9 horas más en España) el propietario de la furgoneta nos esperaría en la estación de autobuses. Era un tipo joven que irradiaba buen carma, tenía una risa contagiosa y había venido desde su pueblo con la furgoneta. Allí estaba aparcada, una Volkswagen Vanagon de 1988, color plata con los cristales traseros tintados de morado: simplemente era bonita toda ella. Marti inició el previus psicológico que definiría la negociación. Él nos empezó a vender la moto...digo la furgoneta, sin saber que estaba vendida desde el principio. Nos la enseñó de arriba a abajo. Las complices miradas entre Marta y yo delataban nuestros pensamientos: de allí no nos marchábamos sin esa furgoneta. Después de 15 minutos de explicaciones en los cuales quedó claro que no teníamos demasiada idea de mecánica, le dijimos al tipo en cuestión que la queríamos. El propietario, un antiguo surfero californiano entró en el trapo de la negociación. Yo, con mi psicología más retorcida, le dije que de todas las que habíamos visto era la que más nos había gustado y sobre todo era el propietario más serio y fiable que nos habíamos encontrado. Marta le comentó que la furgo tenía el mismo precio que otras furgonetas con Wesfalia (cama arriba) y Full Camper (cocina y todo lo demás). Al principio parecía duro de roer en su precio. Pero nosotras lo eramos más. Se fue a llamar a su mujer. Nosotras pulimos nuestro plan mirando la furgo al dedillo. Volvió, bajo el precio 900$ y, siendo más flexibles de lo que aparentábamos, nos la quedamos. Cerramos la negociación con un apretón de manos, bajo un cielo nublado y una lluvia intermitente en un parking perdido de un pueblo al norte de San Francisco. Tuvimos bastantes problemas para sacar "EL PASTON". Así que tuvimos que regresar a San Francisco sin la furgo pero con una clara determinación: esa bonita furgo mañana sería nuestra. El negocio estaba cerrado, pasamos una última noche de insomnio en casa de la familia Spring. Nos levantamos al día siguiente, también llovía, y otra vez como caracoles hicimos el mismo recorrido hasta Santa Rosa pero esta vez era la definitiva. A primera hora nos plantamos en un banco y contra todo pronostico nuestras visas de crédito, otra vez, no nos dejaban sacar "el paston". Tras media hora, al borde de una ataque de nervios, y carismas negociaciones telefónicas con nuestro banco en España, conseguimos sacar toda la pasta en cuestión. El propietario nos esperaba, fuimos a un taller a pasar el Smog Check (ITV), y allí, en un parking, intercambiamos un sobre hasta los topes de dolares por las llaves de nuestra bonita y poderosa furgoneta. ¡ Ya era nuestra! Las prestaciones de la que hemos apodado Bonita y Poderosa son perfectas. Tiene un motor que suena como la seda, sillones convertibles en cama gigantesca, mesita plegable interior, equipo de música brutal, todas las facturas de los múltiples arreglos y recambios que ha sufrido a lo largo de sus 20 años, un sistema de cortinas que la hacen una casita muy privada, una baca en el techo para la futura tabla de surf de Marti, 4 marchas y frenos en perfectas condiciones, cierre centralizado, capacidad para 7 personas, puerta lateral corredera amplia para hacer camping a nuestra anchas y miles de cosas bonitas que le iremos añadiendo.
Que más decir...estamos simplemente FELICES!































































19 fevereiro 2008

DOS GAMBAS MUY GAMBAS EN CALIFORNIA

Sin duda alguna, si hay algo que tengo que resaltar en lo que llevamos de viaje es nuestra buena mano en esto del arte de la improvisación, por llamarlo de alguna manera. Conseguir que ninguno de nuestros planes se lleven a cabo tal cual los planeamos en un primer momento es algo que todavía no deja de sorprendernos y maravillarnos. Y la verdad, nos gusta. Poner rumbo a un barrio y terminar en otro es algo que está empezando a ser normal en nuestro día a día. Planear un maravilloso día de bici y terminar comprando plantillas de silicona en el barrio de Castro es algo que ya no nos sorprende, incluso nos agrada. Y es que ¿para qué ir hoy si podemos ir mañana? Peligro, peligro. Así nos pasa que vamos a comprar un billete de autobús y nos tiramos dos horas desternilladas de la risa en la sala de espera… con los billetes ya comprados. Pero bueno, la mejor de todas las improvisaciones, la madre de todas nuestras desviaciones, la que más orgullosas nos hace sentir es, sin lugar a duda, la que nos marcamos el domingo pasado. Esta es la historia de cómo pusimos rumbo a Sacramento y terminamos en el pueblito perdido de Roseville.
Amanecimos un bonito dia de domingo a eso de las seis de la mañana dirección Sacramento, un pueblo localizado a tres sencillas horas de San Francisco. No podía ser sino una preciosa furgoneta la que hiciera que madrugásemos de tal manera, con gracia, simpatía e ilusión. La ruta era simple: coger un autobús hasta Emeryville y allí un tren dirección Sacramento. Muy fácil. Llegamos a Sacramento en no sabemos muy bien cuántas horas, pero extrañamente una hora antes de lo planeado, hora durante la cual disfrutamos de las maravillas que Sacramento nos ofrecía, entre otras, una guitarra giratoria gigante del Hard Rock Café, dos maderos arrastrando a un tipo esposado con los vaqueros del revés y a una tierna abuelita que empujaba un carrito ocupado por una pequeña perrita que miraba curiosa todo aquello que le rodeaba. Una vez llegada la hora punta, llamamos al dueño de la furgo para que nos diera un par de indicaciones sobre donde se localizaba su concesionario. Sí, sí, su concesionario… “Riverside esquina con 5th Street”, nos dijo. “Hecho, para allá que vamos” Nos plantamos frente a un mapa y Riverside no aparecía por ningun lado. “¡Ah, mira, la 5th street! Nos la bajamos del tirón y en algún momento tendrá que cruzar Riverside Street” Muy bien, muy listas. Comenzamos a bajar la 5th street y las calles que nos cruzamos fueron las siguentes: J, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, U, V, X… Tras cruzarnos Barrio Sésamo de la A a la Z, ilusas de nosotras, creimos que aparecería Riveside ¡pero no! Para nuestra agotada e ingenua sorpresa empezaron a aparecer números. Llegadas a este punto, bajo un sol de infierno, sin aparente vida a un kilómetro a la redonda, con los sueños de esa maravillosa furgoneta desvaneciendose a cada metro caminado, vimos a un camionero y no dudamos en preguntar por la fantasmal calle de Riverside. El camionero sacó sus gafas, sacó su mapa y dijo que en su plano esa calle no aparecía, pero que al principio de la calle que acabábamos de trillarnos, si cruzábamos el puente, allí habían un montón de calles con la palabra River.

Dimos la vuelta: X, V, U, T, S, R, Q, P, O, N, M, L, K, J… y por fin, el famoso puente. Brillante idea la de Ainhoa de preguntar antes de cruzar: “Riverside ahí no está” nos dijo un tipo, “Está al final de la 5th Street”. Me voy a ahorrar lo que supuso escuchar esto, y me voy a ahorrar el repaso al abecedario. Volvimos a patearnos la 5th street y ahí, al final de la calle, Riverside no existía. Aparecimos en un barrio de casas blancas de porches blancos, césped recién cortado, rancheras aparcadas a la puerta de las casas y dimos con un tipo que nos dijo que Riverside estaba a una milla y media de donde estábamos. Se negó a acercarnos, no se si ya por la pinta de demacradas o porque simplemente era un soplapollas, pero ante eso, mi compañera y yo nos arrastramos rumbo a ninguna parte por los jardines de la solitaria urbanización hasta que finalmente dimos con Ty.
Ty estaba apaciblemente en su jardín regando sus plantas y limpiando su coche, preparándose para ir a echarse unas bolas al golf, cuando le pillamos y le rogamos ayuda. Tras un primer contacto cedió y nos dijo que nos acercaba, pero antes iba a confirmar en Internet la dirección. Confundidas y derrotadas nos dejamos caer en su precioso césped recién cortado. Salió y nos dijo solemne “No la encuentro”. No entendíamos nada, pero nada de nada. Le convencimos para que llamara y el teléfono simplemente no existía “Pero si yo he llamado miles de veces…” le dije, y entonces me dijo que el prefijo que teníamos apuntado no era de Sacramento. Marcó el prefijo, y lo peor, lo peor que podía pasar, ocurrió. Nos habíamos confundido de ciudad. Estábamos a 40km de nuestro destino.
Voy a intentar, de verdad, hacer la historia corta. Ty llamó de nuevo al tipo del concesionario que tenía nuestra candidata a “Miss VW ‘07 tirada de precio” y le preguntó, para nuestra sorpresa, si podía venir alguien a buscarnos. Para más sorpresa todavía, le dijeron que sí. Algo menos de una hora después apareció por allí Patric en su Lantus negro de asientos forrados de-pelo-de-oso-color-rosa y The Pinguins a todo trapo. Nos llevó hasta su concesionario a 550km por hora por una autovía dirección Reno, peinándonos el pelo con el bajo techo de su Lantus, Ainhoa sentada detrás acompañada por un correcaminos de peluche que tenía el cinturón de seguridad abrochado. Durante el viaje, que a tal velocidad digamos que fue ‘rápido’, Patric de repente nos preguntó cómo pensábamos pagar el Lincon. Con sus más de setenta años encima todavía pudimos ver como le fue cambiando el color de la cara cuando descubrió que estábamos interesadas no en ese preciado y nuevo Lincon del que nos hablaba, sino en la abandonada y mal cuidada Vanagon de la esquina de su concesionario.
Llegamos a su concesionario y la cosa fue rápida. La furgoneta era una mierda. Una vez aclarado esto, volver a casa era nuestra principal preocupación. Nos pateamos una milla y media en busca de una estación de autobús/tren - que a estas alturas del día dudábamos de su existencia - parando para comer en el único restaurante con vida (en el sentido literal de la palabra) de la zona, que resultó ser un mejicano en el que servían burritos rellenos de carne, arroz, judías, ensalada y salsa de yogur, todo junto envuelto en un pan de pita tamaño XXL (burrito que sabiamente Ainhoa bautizó como ‘burrada’). Encontramos la estación, la taquilla cerrada y como única esperanza un horario de autobuses mal colgado. Dos horas más tarde apareció un autobús rumbo a San francisco con un amable conductor que nos gritó que nos sentáramos de una puñetera vez y que pagásemos el viaje en la parada de Sacramento. Ya lejos de Roseville, en la cola de las taquillas de Sacramento y poco dispuestas a pagar nuestro viaje desde Roseville y el consiguiente viaje a SF en un infernal autobús, una simple mirada entre Ainhoa y yo bastó para saber que lo propio era echar a correr y salir por patas de la estación. Por patas que salimos de ahí, atravesando las dos puertas traseras de la estación como dos fugitivas perseguidas por la INTERPOL o, más bien, como si acabáramos de robar dos chupa-chups en el kiosco de la esquina, y para nuestra sorpresa, la gigante guitarra giratoria del Hard Rock nos esperaba al otro lado indicándonos nuestra localización. Corrimos hasta la primera esquina, Ainhoa cual lince y yo detrás, arrastrada desternillada de la risa, con la tranquilidad de saber que nuestra estación de tren estaba a la vuelta de la siguiente esquina.
No sabemos muy bien cómo, y casi sin poder creerlo, a media noche estábamos entrando en nuestro hogareño Hostal Internacional de SF. Hogar dulce hogar…






15 fevereiro 2008

Oyes, mira tu, pues San Francisco... MOLA.

Llevo anhos viendo como Ainhoa se unta delicadamente cada manhana un mejunje al rededor de los ojos para reforzar sus largas pestanhas, y resulta que hasta ayer no tome conciencia de lo que era. Aceite de ricino. Si, aceite de ricino, ese jarabe de tiempos en los que yo no existia, que las madres daban a sus hijos e hijas a cucharadas cuando estos tenian indigestiones y que ademas se usaban, segun la Ainho, como medio de tortura en tiempos mas lejanos todavia. La tortura consistia en embutir litros de este mejunje al castigado, atarlo en mitad de la plaza del pueblo y reirse del pobre desgraciado mientras se iba por la pata abajo y vomitaba, todo al mismo tiempo. Aqui tirada, escribiendo esto, me pregunto como despues de contarme esta historia, Ainho consiguio que le rogara por favor que me diera una cucharada de su preciado jarabe. Y es que en la maleta de unas viajeras como nosotras el Fortasec no falta (esas pastillitas para cortar diarreas), pero a nadie se le ocurrio pensar que unas pastillas laxantes seria algo que desearia con tanta fuerza durante las primeras horas de la manhana de nuestro segundo dia de viaje. Y es que yo no se que conho comi antes de venirme para aqui, pero tras tres dias de molestias intestinales, mis problemas acabaron con una magica cucharada del aceite de ricino de mi companhera. Que vivan los jarabes de antanho.
En fin, despues de esta historia (que me resultaba imposible dejar en el tintero), os hago una breve puesta en escena de lo que han sido estos dos primeros dias.
Ainho y yo llegamos a SF en distintos vuelos; yo supuestamente llegaba cinco horas antes que Ainhoa, y por magia potagia llegue tres horas despues que ella. Para entonces ya eran las dos de la manhana y decidimos pasar la noche acomodadas en la segunda planta de la terminal 2, en los dos ultimos bancos libres en dos terminales a la redonda. Mal dormimos, todo sea dicho, pero no habia Dios que nos quitara la sonrisa de la cara. Y con tal sonrisa nos despertamos, desayunamos, dimos un par de paseos sin sentido por el aeropuerto y finalmente, con los makutos a la espalda, pusimos rumbo al centro de San Francisco. Las primeras horas del dia pasaran a la historia por aquel "welcome to San franciscouuu" del conductor del autobus que nos dejo subir gratis y que para colmo nos regalo un par de tickets para viajar todo el dia gratis por el centro. Con una sonrisa que paso a ser risa tonta, y con nuestros makutos endinhados en un carrito que oportunamente nos encontramos en mitad de la calle, conseguimos llegar a la puerta de la casa de nuestro contacto, Carrie*. Tras esconder el carrito detras de un arbol, peinarnos la raya, y practicar nuestra mejor sonrisa, llamamos a la puerta de la increible casa que respondia a la direccion apuntada. La familia Spring, junto con aquel simpatico conductor, ha pasado, sin duda, a formar parte inolvidable de esta preciosa historia de un viaje que tan solo acaba de comenzar.
Y aqui lo dejo... por lo pronto, que son muchas las cosas que contar pero pocas las ganas de estar frente al ordenador. Pero no me despido sin antes mencionar que la busqueda de esa maravillosa furgoneta ya esta en marcha, y que este donde este, mi Ainho y yo sabemos que la furgo anda esperandonos en una esquina, que tan solo tenemos que esperar a esa grandiosa coincidencia que nos llevara hasta ella. Y ahora si que me despido, que como dice mi Ainho con el ojo todavia pegado de la siesta, "Quien quiera mas detalles, que hubiera venido".
Os mandamos muchos besos desde SF y os damos las gracias mil por esos mensajitos que nos alegran todavia mas los dias.

P.D. Para aquellos que sabemos que estan interesados... prontito noticias del 555 Height Street.

*Brandon, thank you so much!! Where are you?!





10 fevereiro 2008

EL COMIENZO DE UNA GRAN AVENTURA

La fecha: 12 de febrero
Año: 2008
Las personajas: Marti y Ainho
1er Destino: San Francisco
Sueño: Furgo, carretera y manta rumbo sur.

Llegó el día de irse y las maletas ya están hechas. No son muchas cosas materiales las que nos llevamos. Un macuto pequeño cada una, con lo justito para no pasar frío cuando lo haga, ni calor cuando nos de el sol. No pueden faltar las acuarelas, los lápices de colores y los ganchillos que tienen un lugar privilegiado en nuestros macutos. Nuestro permiso de conducir, válido en el infinito y más allá es imprescindible y junto con el, unas ganas locas por comenzar a recorrer carreteras. Para ello nuestro primer reto, en San Francisco, será ir en busca y captura de La Furgoneta. Una señora furgoneta que nos enamore y que sintamos que nuestra aventura no tiene sentido sin ella. Entonces, montadas en nuestra furgo, comenzarán a correr los kilómetros bajo nuestros pies. Kilómetros hacia el sur del continente, siempre al sur.
América en grandes letras aparece en nuestras mentes.Muchos esfuerzos y absolutamente todos nuestros ahorros... por fin llega el día.
Tenemos miedo, un cuerpo lleno de nervios y una sonrisa gigante en la cara; y con todo iremos hacia delante sin ni siquiera plantearnos un vistazo hacia atrás. El miedo, sobre todo a lo desconocido, es siempre parte de cualquier comienzo, y sobre todo de la realización de un sueño. Somos valientes emprendedoras de aventuras sin tiempo ni lugar. O mejor dicho, mediante el viaje cumpliremos el sueño de ser dueñas de todo nuestro tiempo y pequeñas vividoras de muchos lugares. Nos vamos lejos y os llevamos con nosotras, pero queremos sentiros muy cerca, y este espacio servirá para compartir con tod=s vosotr=s nuestras aventuras. Con ello esperamos, deseamos e incluso os rogamos que nos escribáis muchos comentarios saludándonos,deseándonos suerte o mal diciéndonos, y lo más importante, informándonos de fechas en las que queréis visitarnos. Sí, esperamos vuestras visitas a nuestra furgo, y os las tenéis que plantear antes de septiembre del 2008. Así que arriba esos calendarios, éste es el mejor momento para usar la hucha que os regalaron en la comunión.
Sin más demora os decimos hasta luego, las niñas se marchan con mucha ilusión y con tod=s vosotr=s en el corazón.
Marti y Ainho