viajar...

“Pero viajar no es un empeño en busca de lo imaginado, no es la persecución de algo que uno quiere ver, cerrando los ojos a todo lo demás. No es un deporte hecho para los que están seguros de lo que son, qué quieren y adónde van. Una sola pregunta puede justificar un gran viaje y el viaje está hecho para aquellos que no saben muy bien hacia dónde se dirigen ni conocen con exactitud lo que buscan. Está hecho para los que intuyen que encontrar no es lo importante y que cumplir un sueño puede ser, sobretodo, darse de bruces con la aventura. Es cierto que regresamos siempre, pero no debe viajarse con la intención de hacerlo. Viajar tiene algo de nacimiento"

Javier Reverte.
El Sueño de África.

22 março 2008

AL FILO DE LA MONEDA EN HOLLYWOOD(CAPITULO 2º)

Al filo de una moneda, de una simple y cotidiana moneda. Nunca pensamos que esta frase describiría exactamente nuestra experiencia. Literalmente hemos hecho funambulismo por el canto de una moneda, vimos su cara y su cruz,y sinceramente, nos ha dado asco y profunda tristeza. Andar por el filo de la moneda que todo lo paga es peligroso, y mientras el canto de la moneda se balanceaba, intentábamos mantener el equilibrio. Ahí Martuki y yo, con lo pies uno delante del otro, y la cabeza serena comprobamos la fragilidad del filo de la moneda; aterradas, comprobamos la facilidad y la rapidez con la que se puede pasar de estar en su cara o en su cruz.
La semana pasada fuimos invitadas a una fiesta en Hollywood. Allí nos plantamos después de que la Bonita y Poderosa llegara con tal calentón que salía humo del motor ( muy mal rollo)..."pero ya lo solucionaríamos mañana" nos decíamos...Nos esperaba una fiesta al estilo Hollywoodiense y nunca mejor dicho. Por fuera la casa lucia un césped bien pulido y una casta fachada típica americana. Por dentro nos esperaba un autentico casino.
Mesa de billar entre luces de neón, un autentica sala de juegos con antiguas maquinas traga perras, una enorme mesa de roble de 12 comensales que los jueves se convierte en autenticas partidas de poker de mafiosos. La mesa del fondo, tiene una barra de striper desmontable, el jardín trasero luce una piscina, yakuzi y salas vip perfectamente acomodadas para las grandes fiestas de Hollywood. Cuarenta camaras vigilan hasta la última esquina de la casa y absolutamente todo funciona con sensores. El dueño, un hombre de unos 40 que luce su nueva novia colgada del brazo, una muñequita que dudábamos que llegase a los 16. Este madrileño nacido en Vallecas fue durante 10 años manager de los grupos musicales más famosos de EEUU. En el baño luce fotos con los Rolling Stones en la misma mesa donde mi cerveza me esperaba. Por toda la casa hay fotos con todas la estrellas que se han pasado y despachado en los sillones de cuero negro, mientras las striper bailan el son del desnudo delirio bancario. Nos enseña fotos en el ordenador de la fiesta de anoche donde, en una suite de 3 pisos por el módico precio de 3000 dolares, el desenfreno nubla el éxito enchaquetado por exceso de consumo. Una mezcla de admiración al exquisito gusto del detalle y de asco de la moneda que todo lo paga, poco a poco nos ahogaba la garganta y la conciencia. Llegamos a las 9 creyendo que la fiesta estaría casi en las ultimas porque empezaba a las 2...pero lo que no sabíamos, entre otras muchas cosas, es que allí las fiestas empiezan a las 2 de la madrugada cuando los vecinos están profundamente dormidos y terminan cuando estos se van a trabajar. Fiestas que andan al filo entre la noche y el día, entre la cara y la cruz de una simple y cotidiana moneda.Vivir la noche clandestina del descaro Holliwoodiense. ¿Nuestra suerte? Que aunque nos habían puesto en lista de unos cuantos selectos clubs en Hollywood, esa noche la casa estaba de resaca y era uno de los pocos sábados que no querían salir... aunque todo podía ser. Marta y yo alucinamos con cada detalle de la enorme mansión convertible en sala de fiestas y pasarela de todos los admirados famosos del paseo de las estrellas. Allí estábamos, flipando mientras la realidad nos azotaba en la cara, con la cruz de la moneda que todo lo paga. El tipo, parecía obligado a partir la noche porque nos había invitado a un supuesto fiestón y allí estábamos.Nosotras rápidamente aclaramos que no íbamos a ninguna parte mas allá de nuestra Bonita y Poderosa con el motor recalentado y las correas chirriantes. Aceptamos la cena que nos plantaron en la misma mesa de roble que los jueves acepta apuestas millonarias de la mafia de Los Angeles. Allí, viendo como una niña de 16 era manoseada por un Vallecano desmedido por el éxito Holliwoodiense nos dio tal arcada que nos llevo derechas a la puerta de la calle. Rechazamos las múltiples ofertas de meternos en el yakuzi con vistas de infarto, las insinuaciones de fiesta desmedida por la alfombra roja del oro que todo lo paga. Y es que no hicimos mas que comprobar que no cambiamos la cerveza barata por las lentejuelas servidas en la copa de oro que todo lo corrompe. Hemos pasado 4 días conviviendo con gente de la calle en Venice Beach, compartiendo cerveza con personas que arrastran las grietas de un sistema capitalista que nada garantiza y que se empaqueta con fecha de caducidad. De golpe nos plantamos en la realidad del glamour nocturno de Hollywood, con sus desmedidos excesos de droga, sexo y la sustitución del Rock&Roll por el Tecno duro y el House estridente. Y todo esto nos ha descolocado emocionalmente. Salimos de esa casa corriendo a nuestra Bonita y Poderosa, la que aún no sabíamos si arrancaría. Al día siguiente arrancó, una de las tantas mangueras que conectan el agua con el motor estaba rota. Nos la cambió un mexicano machista que nos daba arcadas...y otra vez a Venice Beach. Pasamos de ver las estrellas en el suelo y el famoso cartel de Hollywood, literalmente salimos corriendo de Los Angeles al día siguiente, con una ducha fría en la playa en mitad de un viento huracanado y frío que volvía locas hasta a las hormigas. Ahora en San Diego buscamos curro, hace más de 20 días que no nos damos una ducha caliente y tenemos historietas mil...pero eso será otro día.

14 março 2008

AL FILO DE LA MONEDA EN VENICE BEACH (CAPITULO 1º)

"Por un momento soñé que conseguiría salir de Venice Beach por dos días... Pero nada, nos hemos venitilado toda la pasta". Tom, Pit y Mack son tres canadienses que consiguen comer con el dinero que se ganan tocando música en el paseo de Venice Beach. Tocan música country para quitarse el sombrero, la verdad. El escenario que han escogido para ganarse las perras es, como decía, Venice Beach. Para aquellos que no hayan oido hablar de este lugar, que imagino que debeis ser muchos, adelanto que es como una moneda cualquiera con su cara y su cruz; su día y su noche. Por un lado encontramos el glamour propio de un barrio vecino al mismísmo Hollywood, con sus videoclips raperos rodándose a pie de playa, sus modelos en cada esquina seguidas por maquilladora, cámara y estilista, sus trillones de puestos ambulantes a un lado y al otro del paseo, todo cristo con su monopatín, bici o patinete bajo palmeras kilometricas, y un impecable cielo azul como broche a este escenario digno de peli de ricos adolescentes. Por otro lado, Venice Breach presenta una concentración de alcohólicos, vagabundos y personajes varios que más que de peli de "gastemonos en gomina todo lo que podamos", podriamos sacar un documental para dejar la piel de gallina. Me temo que todo el backstage de hollywood, aquel que no se quiere mostrar al público, se encuentra fuertemente condensado en este maravilloso paseo californiano.
Ante este panorama, mi Ainho y yo no podíamos sino tratar de adentrarnos en ambos ambientes, girar la moneda de manera que pudiésemos ver ambos lados de ella, y para ello decidimos quedarnos unos días en Venice. Para empezar, y para cumplir con la parte glamourosa de la historia, nos hicimos con vehículos propios del lugar. Eso sí, a nuestra manera. Ainho se hizo con una preciosa bicicleta que alguien había abandonado en la calle, y yo me hice con unos patines medio rotos de segunda mano tirados de precio. En cuanto a la segunda parte del panorama, fue fácil. Bastó quedarnos pasado el atardecer y ver como cerraban los puestos uno a uno para conocer a Chris y al Pirata, dos ex-marines de las fuerzas especiales que tienen poco más de treinta años y parece que tienen cincuenta, alcohólicos desde a saber cuándo, con la playa como único hogar y con un sentido del humor y una creatividad dignos del mejor de los artistas. Conocimos así también al Guerrero, un adolescente que sólo es posible ver cuando cae la noche, que va adecuado con un albornoz, una capa y un gran palo de cartón que hace las veces de espada. Este intrigante fantasma aparece fugaz bajo las estrellas y desaparece a la misma velocidad con la que llega. La pasarela de personajes es indescriptible, mis ojos y mi mente intentan absorber la información que reciben y es un sin parar. Nos reunimos cada noche con todos ellos, junto con el gran trio canadiense formado por Tom, Pit y Mack, y disfrutamos de unas increibles veladas en su compañía. Compartimos cervezas y música country mientras intercambiamos historias, deleitamos sus aventuras, y nos estremezemos cuando escuchamos a Chris explicar que las heridas que tiene en la cara son de la paliza que le metieron la noche anterior. Pasan los días y te das cuenta de que todos ellos tienen un corazón delicado, pero de oro.
Todas las mañanas que siguen a estas noches bajamos mi compi y yo a la playa con nuestros patines y bicicleta, y ahí están todos, en el mismo punto del paseo donde les dejamos la noche anterior. Nos damos los buenos días, nos sonreimos, y disfrutamos juntos bajo una palmera los bonitos días de sol y absurdo glamour que dicen caracteriza este lugar. Desde luego son el sol, las gigantescas palmeras y las patinadoras las que decoran las postales de Venice Beach. Pero a pesar de tener en nuestra agenda semanal una fiesta hollywodiense, que no quepa la menor duda: nosotras nos quedamos con lo que no se ve en ellas; con los piratas, los fantasmas de la noche, la música country y la cerveza barata.
















De paseo subida en el manillar de la nueva bici de Ainho.





06 março 2008

SUPERSTICIONES Y OTROS ANIMALES.

Hay un amuleto italiano por excelencia que trae "buena suerte" y "aleja las malas energías": se llama Gobbo. Para quien no lo sepa, un Gobbo, es un hombrecillo que luce un sombrero de copa negro, una joroba a la espalda, una herradura de caballo en una mano, mientras con la otra mano hace los cuernos hacia a fuera para alejar malas energías, y para rematar el amuleto; a partir de la cintura, el cuerpo del Gobbo termina en un puntiagudo cuerno rojo símbolo de Napoles. En fin, que para l=s supersticios=s y en especial para l=s italian=s, es el amuleto por excelencia que lleva toda la suerte y protección que se puede desear.
Dos días antes de mi partida a esta gran aventura, viajó desde Italia una mujer muy especial en mi vida. Es una hermanita mía italiana que vino a Madrid a desearme buena suerte en mis proyectos y a cumplir una promesa que hace años nos hicimos. En un acto de intercambio de regalos me dijo que en un viaje a Napoles compró un Gobbo especialmente para mi viaje. El Gobbo colgaba de un llavero y le prometí que cuando encontrase nuestra furgo, lo colgaría de las llaves para que nos alejara de las malas energías. Ese día llego, emocionadas compramos nuestra Bonita y Poderosa y lo primero que hice fue colgarle el Gobbo a las llaves. Al día siguiente por la mañana nos llegaron malas noticias desde Madrid e immediatamente me di cuenta que al Gobbo le faltaba la mano en la que llevaba la herradura. Puf, mal rollo. Una piensa que no es supersticiosa pero...puff, mal rollo. Dos días después decidimos que era muy arriesgado tener una única llave de la Bonita y Poderosa. Así que estando en la tienda, mientras un tipo tenía bastantes problemas para hacer la copia de la llave a Marta se le calló de las manos el Gobbo. Literalmente quedó decapitado, sin la punta del cuerno de Napoles y sin la herradura. Marta y yo nos miramos, el tipo no conseguía hacer la copia de nuestra llave, hubo silencio y no quisimos hablar sobre el tema...porque una, al fin y al cabo, no es supersticiosa pero...puff, mal rollo. Al día siguiente la Bonita y Poderosa se rompió por varias partes como el Gobbo, pasando dos días terribles en un taller. Así que decidimos que la cabeza del Gobbo decapitado colgando de las llaves definitivamente nos daba muy mal rollo. Una piensa que no es supersticiosa pero hay casualidades que simplemente...puff, dan mal rollo.

Así que¡¡¡ JUL!!!, te agradecemos mucho el regalo que desde Italia nos regalaste para la Bonita y Poderosa, pero con toda nuestra buena energía hemos tirado al Gobbo y todas sus partes al río más bonito que hemos visto. Ahora descansa debajo de una impresionante cascada en el Parque Nacional de Yosemite.
Allí, en Yosemite, recorrimos caminos que nos advertían que nos introducíamos en el hábitat natural del león de montaña, de los osos negros y otros animales salvajes. Daban todo tipo de advertencias y explicaciones practicas de cómo actuar si te encontrabas o eras atacada por uno de ellos y aún así anduvimos hasta 3 km por la nieve, solas por la montaña, para llegar a nuestro destino. Aunque por la noche cocinando en plena oscuridad al mínimo ruido corrimos como locas al refugio de nuestra Bonita y Poderosa. En Monte Rey pasamos el día en el Acuarium viendo animales que ni siquiera salen en los docus de la 2. Con la nariz pegada todo el día a las impresionantes peceras, descubrimos miles de anémonas que efectivamente son de otro mundo. El mundo submarino. El Acuario de Monte Rey reproduce el mundo submarino de la bahía con sus larguísimas algas que en sus cientos de metros albergan una fauna marina impresionante. Hay una sala enmoquetada que en el techo tiene una pecera llena de sardinas, y Marta y yo como la que se tumba a mirar las estrellas nos quedamos allí haciendo la digestión mientras las sardinas daban vueltas sobre si mismas en impresionantes bancos. La segunda planta está dedicada casi exclusivamente a las medusas. Como si fueran cuadros, las peceras iluminadas están enmarcadas al estilo s.XVI y la sala a oscuras, hacen de las miles de tipos de medusas, las protagonistas del día. Después de ver tiburones, atunes más grandes que La Bonita y Poderosa, peces luna, rayas, meros y miles de peces grandes y microscópicos de millones de colores; se nos caía la baba con las nutrias de mar. Allí en Monte Rey las puedes ver desde la playa. También es normal despertarse y ver cervatillos en el jardín del chalet de enfrente, o tener que parar en plena carretera para dejar pasar a una familia de gansos negros, dejarte el cuello viendo pasar un zorro, ver mofetas con su raya blanca a lo largo del cuerpo,buitres que sobre vuelan tu cabeza a menos de 4 metros en los impresionantes acantilados de Big Sur, descubrir en sus playas que es relativamente facil ver ballenas y que te persiga un enorme cuervo negro porque te pide a graznidos que le des papas fritas. Y nosotras las más salvajes del lugar seguimos hacia el sur buscando el calorcito.
Todo esto pasó hace ya unos cuantos días, hemos pasado desde entonces por Santa Cruz, Santa Barbara, Ojai y ahora estamos en Venice Beach. Esta impresionante playa se merece un post entero que pronto publicaremos. Vinimos para un día y tenemos planes hasta el domingo...y es que es imposible redactar todo lo que nos ocurre porque la mayoria de la veces no hay palabras.

























03 março 2008

En nuestra línea. El arte de la improvisación.

“Algo va mal…”, me dice Ainho entre dientes con el volante entre las manos. Yo, con la pata pa’rriba, ganchilleando con las gafas puestas como quien está en el salón de su casa, la miro sin terminar de entender lo que me estaba queriendo decir. “Algo va mal… algo le pasa a la furgo…” Y ahí, tal cual, la Ainho se tira a la cuneta y la furgo en off. Muerta. No arrancaba. Nada. Cinco minutos después aparece un madero, nos acercamos a su ventanilla y le contamos el percal. Nada más mirar dentro del coche entendí porqué el tipo no se bajaba; además de un ordenador portátil en su lateral derecho, su mano derecha agarraba una especie de metralleta atómica situada junto a su asiento. Muy seguro de sus palabras nos dice que en media hora alguien vendrá a por nosotras. Casi una hora después, asumiendo que el del uniforme nos había dejado ahí tiradas, rescaté un minuto de la batería de mi móvil para llamar al número de emergencias que tantas veces había visto por las esquinas de San Francisco. Nos prometen otra grúa en media hora. Justo el día antes acabábamos de pillar el seguro para la furgoneta “El más baratillo, tú danos el más baratillo” El más baratillo no incluye grúa, por supuesto. Se planta otro madero al rato, el cual, con otra metralleta atómica junto a su asiento nos hace un tercer grado y se despide de nosotras con un “Bye, bye” por los altavoces del carro que le pone el estado. Finalmente aparece la grúa, con un tipo majísimo con un aire a Michael J. Fox en Regreso al futuro III que al preguntarle por el precio nos dice “200 pavos la hora”. “Vamos que nos vamos, enchufa la furgo y llévanos a un taller VW”. A la velocidad del rayo, con un aire solidario donde los haya, nuestro Michael enchufa nuestra furgo a su versión grúa-De Lorean y nos lleva hasta un taller VW que sería nuestro paradero durante casi dos días. Nos cobró tan sólo media hora y nos dejó en manos del doctor de nuestra bonita poderosa, que diagnosticó un regulador nuevo y luego extendió su diagnóstico al alternador entero. Al ver el tamaño de la pieza, nueva y reluciente, Ainhoa y yo no nos atrevíamos ni a preguntar cuánto nos iba a costar la gracia. Después del susto, al menos la gracia no fue tan cara. Con nuestro alternador nuevo y un chequeo al completo, salimos escopetadas del taller y pusimos rumbo directo a Yosemite.
Para quien no lo conozca, Yosemite es un Parque Nacional donde los haya. A estas alturas de año, el valle y las montañas están completamente cubiertas de nieve. Lo mejor de todo fue caer en días de sol. Paseamos por el parque y vimos preciosas cascadas, varios coyotes, ardillas por un tubo, ciervos, muros de granito de más de mil metros de altura, enormes secuoyas, y para pena de Ainhoa nos quedamos sin ver un oso, suerte que tuve yo hace unos años cuando fui a Yosemite con mi hermano. Je. Pasamos la noche en el valle, cocinamos a noche cerrada con permiso del señor guarda forestal en un lugar plagado de carteles que decían “Cuidado con los osos”, y durmimos en nuestra Poderosa completamente rodeadas de nieve.
Y ahora, tras disfrutar de la belleza y altura de Yosemite, nos encontramos en la costa, al norte de la Bahía de Monterrey en una ciudad llamada Santa Cruz. El ambiente que se respira es el de cientos de tiendas de ropa de segunda mano, arena, surf y viejas volkswagen, mezclados con un paseo marítimo que consiste en un parque de atracciones con su montaña rusa y sus palomitas. Ver para creer. Tras una improvisada borrachera de domingo, este lunes está plenamente dedicado a nuestra correspondiente resaca, y mientras saco estas palabras con sacacorchos de mi cerebro, la Ainhoa dedica sus neuronas a ganchillear frente a un enorme televisor en el que el discovery chanel nos cuenta cómo funciona nuestro cerebro y los reflejos… esos que justamente ahora no tenemos. En realidad, lo que a nosotras nos apetece es un capítulo de Lost, para qué engañarnos.


Cientos de besos desde la distancia de estas dos libre soñadoras.