TULUM, UN SUEÑO EN EL CARIBE

Conduciendo nuestra furgoneta B&C entre carreteras secundarias de México, cruzando selva, y mientras me bebía un coco bien frío encontramos un cartel que anunciaba la presencia de un Cenote (formación geológica consecuencia del gran meteorito que cayó en el golfo de México, con el cual se extinguieron los dinosaurios, y que se resume en enormes cráteres en el suelo de la selva llenos de agua dulce) Giramos el volante y por un módico precio nos adentramos en el Cenote.
Es increíble la sensación de ver cómo la tierra se abre de repente y ves un hueco redondo perfecto, enorme lleno de agua, se desciende por una larga escalera casi vertical y llegas al agua. Te bañas entre miles de libélulas, peces rarísimos y muchísimas lianas que caen al agua. Las estalactitas caen al agua con formas extrañas y te bañas sabiendo que el agujero tiene, ni más ni menos que, 45metros de profundidad, y leyendas oscuras mayas se cuentan entre susurros. Después de cruzar Chiapas llegábamos Marti y yo sin un solo peso a las costas del caribe mexicano dispuestas a vender todas nuestras artesanías. Llegamos directas a Tulum, una costa de playas de arenas blancas y aguas turquesa, y kilométricas llenas de “Eco-chic-lunch-bar-resort”. Sabíamos que allí sólo es posible “mangear”, es decir, caminar por la playa con todo el puesto ambulante encima ofreciendo con la mejor sonrisa todos tus enseres a los turistas que pasan sus vacaciones tomando el sol en el caribe. Nos instalamos a pie de playa en el camping de un loco que nos ofrecía aparcar la Boni gratis a cambio de que le ayudáramos a conseguir gente que acampara allí. Así que durante unos días una caminaba todo el día por la playa vendiendo collares, pulseras y pendientes; mientras la otra iba al pueblo a buscar turistas mochileros para convencerlos de que se instalaran en este camping. Después de tres días nos dimos cuenta que nos complicaba más la vida hacer todo esto que pagar el camping, pero al loco no le gustó nada que rompiéramos el trato por que nos había tomado por sus taxistas. Al camping llegaron una pareja de argentinos que viajan en bici desde Guatemala (Yael y Sebas), con ellos hicimos buenas migas y decidimos cocinar una tortilla de papas con peligro de tormenta tropical inminente. Rayos, truenos y centellas, la tortilla pasada por agua, muchas risas y la unión contra las adversidades fue el resultado. Esos días transcurrieron entre un terrible dolor de muelas, una lucha constante contra los mosquitos, tremendas tormentas tropicales seguidas de un sol abrasador que ilumina el caribe como nunca lo hubiera imaginado y miles de horas caminando kilómetros de playa blanca, que no quema, y palmeras, ofreciendo nuestros collares de obsidianas y pendientes de turquesas, entre pulseras de conchas y anillos de cuarzo. ¡¡¡¡Barato, barato!!!-Por ser tú te lo dejo en 50!!! Tengo de todo, llévele algo a su suegra, y ya que estás, este collar para tu novia!!! Después de un día surrealista caribeño Yael, Sebas, y la Boni decidimos que estábamos hartos de las tonterías del loco del camping y nos mudamos a vivir a la reserva de la biosfera de Xian´Kan donde durante esta época miles de tortugas van desovar a la playa amparadas por la luna. La realidad del asunto es que esta reserva esta literalmente llena de mierda, plásticos y miles de residuos de este mundo lleno de desperdicios. Así tuvimos la experiencia de comprobar cómo entre un momento mágico bajo las estrellas, las inmensas tortugas llegan a la playa a poner sus huevos y cruzando la arena tienen que esquivar montones de basura. En la reserva conocimos a una pareja (Irene y Nacho) que viajan en una camioneta desde Panamá. Poco a poco formamos una pintoresca familia de venezolano, uruguaya, argentinos, y españolas a la que se le unieron una pareja de franceses, también en su furgo, y nuestra primera visita desde catalunya. Con esta nueva visita, Xavi, nos fuimos a la isla de Holbox a nadar con el tiburón ballena y al cabo de tres días volvimos a Tulum. Con esta pintoresca familia pasamos una alerta de tormenta tropical que se acercaba directamente a Tulum. Nos desalojaron de la reserva y entre tensión e incertidumbre y, un inquietante y extraño ambiente calmado, típico previo antes del la gran tormenta, nos fuimos a un refugio especial para huracanes. En la escuela infantil del pueblo ya lo tenían todo preparado contra los huracanes, y allí llegamos la caravana de tres camionetas, cada uno de su madre y su padre, pero todos juntos como una buena y pintoresca familia. Esos días estuvieron llenos de electricidad en el ambiente. Una de las uruguayas me contaba que era el día de la muerte en el calendario maya y en ese instante un gato fue atropellado delante nuestra. De vuelta en la reserva de repente me desperté de la siesta completamente sola y cuando me di cuenta estaban todos rescatando a una mujer que se ahogaba en el agua…en fin los últimos días en Tulum fueron bien extraños pero después de la cena de despedida y unos rones la playa nos dio un regalo de despedida. Justo delante nuestro vino una tortuga a poner sus huevos…la familia se separa.Nos vamos a Belice.